En un veredicto que pone fin a casi una década de incertidumbre y evasión de la justicia, Reynerio Antonio Vargas Ramírez ha sido condenado a 34 años de prisión por el asesinato de José Ricardo Gómez Arango en un bar de Manzanares, Caldas, en abril de 2013. El fallo fue dictado por el Juzgado correspondiente, que lo consideró culpable como reo ausente.
La Fiscalía Seccional Caldas, encabezada por un equipo de fiscales, logró demostrar de manera contundente que Vargas Ramírez fue el autor del fatal disparo que segó la vida de Gómez Arango hace más de una década. A pesar de que el acusado se encontraba prófugo de la justicia desde aquel fatídico episodio, una pieza clave de evidencia emergió para sellar su destino: una chaqueta amarilla.
Los testigos presenciales de la noche del crimen proporcionaron declaraciones cruciales que respaldaron la acusación. Según sus testimonios, el agresor llegó al bar y abrió fuego de manera indiscriminada antes de huir del lugar en medio del caos. Un testigo fundamental relató cómo Vargas Ramírez, agitado y desesperado, llegó a su vivienda esa noche, implorando refugio y confesándole el asesinato cometido. Fue en ese momento que se identificó la chaqueta amarilla que llevaba puesta.
Además, una pareja que estaba presente en el bar confirmó en sus declaraciones que el atacante vestía una prenda de ese color, aunque no pudieron ver su rostro debido a que lo tenía cubierto con la misma chaqueta amarilla. Más tarde, dos personas que caminaban por la ruta de escape de Vargas Ramírez lo reconocieron y lo describieron, confirmando que llevaba la mencionada prenda.
Tras esa fatídica noche, Vargas Ramírez se esfumó del radar de las autoridades, manteniéndose prófugo durante años. Sin embargo, la incansable búsqueda de justicia finalmente lo alcanzó cuando un juzgado lo condenó como reo ausente. Su condena de 34 años de prisión marca un paso importante en la búsqueda de justicia para la víctima y sus seres queridos, así como un recordatorio de que el tiempo no es un obstáculo insuperable para el cumplimiento de la ley.
El veredicto de hoy envía un claro mensaje a aquellos que intentan evadir la justicia: tarde o temprano, la verdad sale a la luz y la ley prevalece. El caso de José Ricardo Gómez Arango finalmente puede cerrarse con la convicción de que la justicia ha sido servida.